miércoles, 4 de agosto de 2010

El Cuerpo y La Sangre de Cristo

Eucaristía: cuerpo y sangre de Cristo


La Eucaristía es algo tan importante en la Iglesia que muchos siglos antes de que Cristo viniera a la Tierra, Dios mismo nos habla de ella, en figura, en su santa Palabra. El maná (alimento bajado de lo alto de los cielos según Ex 16; manjar de ángeles según Sab 16,20; pan de los fuertes según Salmo 78,25; pan de los cielos en el Salmo 105,40) es claramente símbolo y figura del pan bajado del cielo de que habla Jesús en Jn 6.

En Gén 14,18 se nos dice que Melquisedec, rey de Salem, ofreció pan y vino y bendijo a Abraham. Este texto, desde tiempos de S. Clemente de Alejandría (Strom IV, 25), se consideró referente a la Eucaristía. Igualmente en la Didajé del año 80, en S. Justino, S. Ireneo, S. Agustín, etc., aparece el pasaje de Malaquías 1, 11 como profecía de la Eucaristía. Dice el texto: “Desde el orto del sol hasta el ocaso es grande mi Nombre entre las gentes y en todo lugar ha de ofrecerse a mi Nombre un sacrificio humeante y una oblación pura”

Cuerpo de Cristo
Jesús, en la última Cena, tomó pan y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi Cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar tomó el cáliz diciendo: este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre que es derramada por vosotros “ (Lc 22,19-20). Jesús les dio a sus apóstoles su propio cuerpo y sangre. No ningún símbolo. Dice el original griego: “Touto estin to soma mou” (esto es mi cuerpo). Y Jesús les dio el poder de consagrar el pan y el vino en su cuerpo y sangre: “Haced esto en recuerdo mío”. Por eso, S. Pablo en 1 Co 10, 16 nos recuerda y nos llama la atención diciendo: “El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es acaso la comunión con el cuerpo de Cristo?” En 1 Co 11,23 insiste: “Porque yo recibí del Señor lo que os he trasmitido: que el Señor Jesús la noche en que fue entregado tomó pan y después de dar gracias lo partió y dijo: Este es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en recuerdo mío. Asímismo también el cáliz después de cenar diciendo: Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío. Pues cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, quién coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo”.

El mismo Jesús en Jn 6,51 dice: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Sí uno come de este pan vivirá para siempre y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Y en el versillo 53: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. E1 que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y Yo lo resucitaré en el último día”. Palabras duras y exigentes, sobre todo, para los que rechazan su presencia real en la Eucaristía.

Según Hech 2,42, los primeros cristianos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la oración y en la fracción del pan (fracción del pan, es el nombre técnico de Eucaristía). Incluso se dice que diariamente acudían al templo, partían el pan en las casas (es decir asistían a la Eucaristía) y tomaban su alimento con alegría de corazón, “alabando a Dios” (Hech 2,46).

En la Didajé, escrito hacia el año 80, se prescribe la comunión dominical (c. 14-15) y se dice: “Reuníos en el día del Señor, partid el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados a fin de que vuestro sacrificio sea puro” (c. 14,1), “Que no se atreva nadie a acercarse a comer o beber la Eucaristía, si no ha sido antes bautizado” (c.9.1-5).  S. Ignacio de Antioquía en su carta (Smym 7, 1) dice así de los docetas: “se mantienen alejados de la Eucaristía y de la oración, porque no quieren confesar que la Eucaristía es la carne de Nuestro Señor Jesucristo”. Lo mismo podríamos decir de S. Ireneo de Lyon, Tertuliano, etc. El mismo Lutero nunca negó la presencia de Cristo en la Eucaristía.


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